Ramo de esperanza,
tú que habitas en lo
más profundo de las montañas
del corazón de los hombres justos.
Auxilia con paciencia y sabiduría
a los hijos de Adán, guíalos
por el camino de la verdad,
de la compasión, de la hermandad.
Yo ya he presenciado los
hermosos violines de los horizontes
congelados; pastos de los
gobernantes de su propia libertad.
Para alcanzar gloria basta con
seguir al alma y no las palabras
vacías de los hombres perdidos.
Quien aprende a escuchar
los cantos de los ángeles
logra la paz.
Quien convive con los justos logra la fuerza.
Quien ama y da la vida por
los suyos conoce la única razón
de vivir.
Ahora tú querido hermano
que ya conoces de las leyes
sagradas ve y predica
la unión entre los hombres,
ve y predica la liberación
de sus almas.